Soy Janine Fafard, fundadora de Tapping Into Soul

Para pasar del miedo a la libertad, necesitas volver a casa: a tu Alma. Tu Alma no tiene miedo. Tu Alma es pura felicidad.

 

Hace más de 15 años, escribí sobre mi miedo más profundo en un Encuentro de Mujeres en la Isla de Iona en Escocia. Aquellas palabras todavía resuenan en mí, y me doy cuenta de que describen los retos que he tenido que enfrentar para descubrir el poder que habita en mi propia existencia. Te lo comparto acá: 

Si pudieras ver imágenes de mi vida proyectadas frente a ti, viajarías al norte de Quebec en el año 1957. En ese pequeño pueblo, encontrarías a una niña franco-canadiense de cinco años, la más joven de nueve hermanos. A menudo, solía pasar horas mirando el cielo nocturno, sintiendo una extraña sensación de añoranza que me invadía por completo.

A pesar de estar en casa rodeada de mi familia, había algo en mi interior que me hacía sentir que no pertenecía allí. Sentía que mi verdadero hogar estaba en algún lugar fuera de la tierra, más allá de las estrellas y el universo. Con frecuencia, estas emociones me abrumaban y me llevaban a llorar mientras miraba al cielo.

En ese tiempo, un evento traumático se arraigó profundamente en mis células, aunque en ese momento permaneció oculto en mi mente inconsciente hasta mi adultez. Este suceso sembró en mí la búsqueda incesante de Dios, a quien en aquellos días conocía solamente como el Padre (esta es otra historia, pero por ahora no quiero desviarme puedes leerla acá en otro momento)

En 1964, mi amado padre biológico falleció. A raíz de este acontecimiento, me arrancaron de mi entorno y me trasladé a la gran ciudad. A los 14 años, casi logro ganar un concurso nacional para convertirme en una joven astronauta, en un intento por acercarme a Dios.

A los 15 años, escribí un ensayo profundamente pesimista titulado "Tierra", en el estilo de Agamenón, el cual fue muy elogiado por mi maestro. En él, describí a nuestro planeta como una entidad viva y preciosa que no tenía otra opción que exterminar a los parásitos que la estaban matando. Me sentía impotente e incapaz de corregir los horrores infligidos a la Madre Tierra por los humanos.

A los 16 años, viajé por todo Canadá hasta llegar al Ártico, donde experimenté mi primera revelación de la Unidad. A pesar de ello, mi corazón seguía llorando.

Durante muchos años, busqué consuelo en libros y viajes, al mismo tiempo que desarrollaba una mente racional para protegerme. Trabajé en el negocio de los viajes en tierras exóticas, lo cual se convirtió en mi evasión.

Disfruté creando y manifestando las "vacaciones de ensueño" de otras personas. Pero a medida que avanzaba en mi carrera, también pasé de trabajar arduamente a vivir el glamour frívolo; de rodearme de mucha gente a largos períodos de aislamiento; de conversaciones intelectuales-filosóficas secas a acalorados argumentos metafísicos. Sin embargo, en lo más profundo de mi ser, mi corazón seguía llorando.

Durante la Semana Santa de 1989, tuve la oportunidad de estar a solas con Eileen Caddy, la fundadora de Findhorn, en la sala de meditación. Ahí le supliqué a Dios que me mostrara cuál era mi propósito en la vida. En mi mente aparecieron unas letras enormes y vívidas que decían "PAZ MUNDIAL" sobre un fondo azul infinito. Este momento fue el culmine de una conferencia de una semana sobre "Psyche & Soul" (psique & alma), que representó el final de un intenso período personal de cuatro años de prácticas espirituales y formación informal en psicoterapia en Montreal.

Mi maestra en ese momento era una mujer dotada, pero también buscaba el poder. Nuestra relación terminó de manera dolorosa, pero me liberó para descubrir nuevos territorios, tanto literal como metafóricamente. Siguiendo las órdenes del espíritu, me mudé a Victoria, Columbia Británica, donde fui recibida por el Universo con bendiciones, visiones y orientación. Fue en ese momento cuando empecé a encarnar mi energía guerrera arco iris.

Después de mi experiencia en Findhorn, organicé el Día de la Tierra de 1990 en Canadá, lo cual fue seguido por un período difícil de cuatro meses que incluyó el abuso de poder de un supuesto socio del proyecto. Como resultado, me mudé a Costa Rica con un contrato de cuatro meses, pero acabé quedándome por allí durante cinco siguiendo a mi espíritu.

En 1990, comencé a enseñar yoga, lo que me permitió conectarme lentamente con la energía de la Madre Divina. Desarrollé mi propio trabajo de sanación llamado Memoria Celular, y comencé a facilitar conferencias y talleres. También fundé la Conexión Arco Iris de Costa Rica, un negocio local e internacional de redes y viajes espirituales. Fue una idea avanzada para su tiempo, lamentablemente no duró mucho.

En mediados de 1994, sufrí una traición dolorosa que me llevó a un viaje de tres años por Estados Unidos, Canadá y la selva de Yucatán. Durante mi breve estancia en Guatemala, experimenté una crisis que me hizo sentir que estaba muriendo, por lo que regresé a Costa Rica a finales de 1997. Allí, fui apoyada por maravillosas hermanas del alma que me brindaron su ayuda para salir adelante.

Desde mi infancia, siempre supe que había elegido el camino menos transitado. Además, mi deseo de explorar el espacio exterior se convirtió cada vez más en una exploración interminable del "espacio interno". Al sumergirme en mi propia psique, he sido capaz de "mantener un espacio" para que las personas puedan reconectarse con su propia alma. La frase del Dr. Frawley "Llegar al nivel del alma es la clave de todas las formas de curación" se convirtió en mi lema.

Mis sesiones privadas, ahora llamadas Tapping into Soul, han evolucionado en un proceso muy poderoso. Me encanta abrir puertas y capacitar a cada persona para que se convierta en su propio chamán, su propio sanador, su propio ser. Traer la paz interior al corazón de cada uno de mis amigos del alma me ayuda a cumplir la dirección que se me dio hace 30 años en Findhorn: ¡la paz mundial!

Por años creí que le temía al poder, pero realmente lo que le temo es al abuso del poder, me doy cuenta ahora que ahí donde sientes miedo es donde se oculta tu misión en el mundo. Es mi responsabilidad honrar esa misión y permitir que mi luz brille, para iluminar el camino de aquellos que buscan su propia verdad, para que puedan encontrar su propia paz interior y cumplir su propósito en la vida.

¿Quieres volver a casa, a tu alma? 

Déjame tus datos y me pondré en contacto contigo en breve para brindarte más información.